¿Sabías quién ha sido el primer rechazado y despreciado por la humanidad? Dios.
Desde el inicio de los tiempos, la humanidad, en su afán de independencia, ha cerrado sus oídos a la verdad divina, convirtiendo a Dios en el primero en ser rechazado. Rechazar a Dios implica rechazar el fundamento mismo del amor y de la esperanza.
Aquellos que no creen en Él lo niegan, y aquellos que creen frecuentemente moldean su mensaje a sus propias interpretaciones de las Escrituras.
Desde tiempos inmemoriales, Dios nos ha llamado incansablemente, a través de profetas, milagros y señales, invitándonos a acercarnos a Él. Aun así, ¿cuántas veces hemos ignorado su llamado?
Dios, en su infinita misericordia, ha ofrecido su amor y su verdad, incluso cuando la humanidad ha elegido seguir sus propios caminos. No obstante, su esperanza y su invitación al amor permanecen firmes, a la espera de nuestra respuesta.
Así que, si hoy te sientes rechazado, herido o abatido por la vida, recuerda: Dios te comprende. Él sabe lo que es ser rechazado, pero nunca derrotado.
Dios jamás ha perdido una batalla; Él siempre triunfa, sin importar las circunstancias. Después de todo, ¿qué tiene que perder aquel que es eterno y omnipotente?